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1.

Neorrural-chic.

Los Baldwin se han mudado a esta gran casa de campo donde combinan aquellas cosas que les gustan: el campo, con bien de madera (ojo a este banco, podemos colocarlo incluso en un piso y crear un maravilloso look rústico), y un aire de sofisticación. Pero la clave está en ella, en Hilaria. Un cuadro que la honra preside la chimenea.

2.

La cocina.

¡Qué maravilla! En blanco y madera, pero oscura, de la de siempre. Los taburetes altos y la barra le dan el punto desenfadado, y hasta un osito de peluche circula por ahí. Hilaria, ¡eres una mamma en condiciones!

3.

¿Leerá Hilaria El Mueble?

Porque yo esas puertas correderas recuperadas las he visto por aquí. Ellos la rescataron de un granero y la colocaron como corredera para separar las habitaciones del resto de la casa. ¡Genial!

4.

Aquí manda Hilaria.

¡Y menos mal! Porque a la vista está el buen rumbo que lleva Alec... y su casa. Un cuadro con su imagen preside el salón, que es blanquito y sereno, con buena luz y plantas para alegrar la vista y el corazón, y cojines mullidos para estar a gusto.

5.

El comedor

. En casi toda la casa han apostado por el blanco para dar luminosidad, y por dejar suelos y alguna viga de madera gruesa a la vista. ¡Así se nota que es una casa de campo! Ah, y un guiño: el cuadro azul sobre la chimenea nos recuerda al tono del dormitorio.

6.

El escritorio de Hilaria.

He aquí el cuarto de una mujer empoderada. Tiene su propio escritorio, digno de ser imitado por todas nosotras, con esa alfombra mullida y ese estor floral-rural de fondo. Vemos concentración, quietud, intimidad... Y un gran póster suyo con su bebé como inspiración para el día a día. Olé. 

7.

El dormitorio de Hilaria.

Si Alec duerme o no aquí ha dejado de tener importancia. La que me interesa es Hilaria, a quien no le faltan flores ni un color poderoso para empezar y acabar el día, como el azul eléctrico. Pero el blanco (y esa cama mullida) le sigue dando paz.

8.

El cuarto de la televisión.

La casa es del siglo XVIII y por ejemplo este panel de madera original se ha conservado. Para ir a tono con el estilo rústico, han colocado unas butacas donde hacer una de 'chimenea y manta' en invierno.

9.

El cuarto de Leonardo, el bebé.

Hilaria debe de ser una madraza latina, y ha puesto para sus hijos unos dormitorios preciosos que no resultan nada fastuosos ni delirantes, como ocurre con otros niños famosos. Los cuartos son serenos y delicados. ¡Qué bonitos cuadros!

10.

El cuarto de la niña, Carmen.

Por favor, por favor. El tono malva, la escalerita, el arrimadero en blanco roto, ¡ese mueble y esa lámpara! ¿No lo queréis también para vosotros? Yo sí.

11.

El baño.

También es bastante personal y refleja las personalidades de los dueños. Me gustan la butaca blanca donde pueden dejar la ropa, sentarse a pensar, dar conversación mientras el otro se baña... Y ojo a los estores con tela de camisa, ¡qué originales!

Alec Baldwin era un malote. Pero parece que la buena de Hilaria lo ha transformado en el vecino que todos quisiéramos tener, en un hombre que da prioridad a su familia. O, al menos, su casa. En aquella donde nos quedaríamos a pasar la tarde, en una merienda infinita en ese office con vistas al jardín tan bonito que hemos visto en Elle Decor versión estadounidense con unas fotos increíbles.

Porque no me digáis que esos tonos suaves, ese blanco y esa madera no son de alguien sereno, de un buen hijo. O tal vez es que lo han hecho al revés: ¡han empezado por la casa! Primero la serenidad y la tranquilidad de la decoración, luego el estado emocional. Porque claro que sí, nuestras casas pueden hacernos felices, a los famosos y a nosotros.

Los Baldwin han buscado un refugio lejos de miradas indiscretas en una antigua casa de campo, que, claro, no está al alcance de todos, pero donde pillamos varias ideas para una deco rústico-chic. Para empezar, me vuelve loca una enorme puerta de madera recuperada de un granero, según leo, que han colocado como corredera. ¿Que decís que no nos vale para un piso pequeño? ¡De eso nada! Por estos lados también son tendencia, aunque aquí más que recuperarlas de graneros americanos las cogemos de rastrillos y tiendas de anticuario del Eixample, como vi en una casa de El Mueble. ¿Será que Hilaria lo vio en El Mueble? No me extrañaría nada, ¡a fin de cuentas es española! Sea como sea, un punto para Hilaria, porque seguro que fue ella la que propuso 'Oye, Alec, ¿y si nos mudamos al campo?'.

Otro de mis lugares favoritos es la cocina (soy muy de cocinas abiertas, ¿y vosotros?). Aquí no hay puertas, sólo aberturas hacia el resto de la vivienda, algo muy práctico para familias con niños (así los tienes controlados). Y no le han tenido miedo a un suelo de madera, y además, oscuro. Oscuro. Aquí se nota la sangre española de Hilaria (es mallorquina), con su punto de pasión. Porque esta cocina, por muy blanca que sea, de aburrida no tiene un pelo y transmite hasta diversión, con esos taburetes altos y su rollito de bar. O su punto de madre matriarca a los fogones, con esas flores y esos muebles de aire rústico. Hillaria, ¡te queremos!

Hilaria, que por cierto tiene su propio escritorio (te queremos aún más), con una buena mesa rusticona, una alfombra de lana gustosa y su propio cartel inspiracional de mujer empoderada como nos gusta (una gran foto de ella misma con su bebé en una revista), debe de llevar las riendas no sólo de esta relación, sino de la casa. Fotos de Alec hay alguna, claro, pero el cuadro que preside la chimenea es suyo. Y en el dormitorio principal nos lo deja claro: atemporal, con punto de power azul para empezar el día con energía, algún guiño modernillo como la mesilla, y la infalibilidad de lo clásico, como una chimenea blanca y, cómo no, una cama grande, mullida, y envolvente. Ay, Hilaria.

El cuarto de la pequeña Carmen me enamora, con su arrimadero blanco y su violeta en la pared. Es tan femenino (aunque sea para una pequeña mujercita), tan coqueto, ¡y esa mesita y esa lamparita las quiero para mí!, pero no me parece nada ñoño ni excesivo, los dos peligros en los que pueden caer los hijos de celebs, pobrecitos míos.

Hilaria, querida, tú sí que sabes.