Tiene un nombre literario, La Ferme du Bon Dieu (la granja del Buen Dios), y en esta casa culmina una historia de amor. La de la galesa Sioned Rees-Thomas y su marido inglés, Gavin, con La Provenza. Comenzó hace 15 años, en su luna de miel. “La celebramos en la Camarga. Tratando de escapar de los mosquitos, aterrizamos en el valle del Luberon”, recuerda Sioned.
Entre villas medievales
La belleza que enamoró a Petrarca, Camus y Beckett también les llevó a instalarse aquí. “Era todo lo que habíamos imaginado leyendo Un año en La Provenza de Peter Mayle”. La casa está en el Parque Nacional del Luberon, entre las villas medievales de Oppède y Ménerbes –donde vivió Mayle y cerca de donde Ridley Scott rodó Un buen año, basado en su libro–. Como Russell Crowe en el film, Sioned y Gavin cambian aquí su vida de altos ejecutivos en Australia, donde viven parte del año, por la de cultivadores de su viñedo y su olivar, y cocineros inspirados por la materia prima de los mercados provenzales. “Disfrutamos mucho invitando a familiares y amigos a comer en el jardín. Hacer un asado en la fantástica chimenea de la cocina mientras charlamos es otro gran placer”.
Con vistas a las viñas
Patios íntimos con fuentes y sillas de parques parisinos, envueltos en fragantes rosas antiguas, jazmín, iris e higueras, prolongan los interiores. “Decoramos la casa para reflejar la luminosidad y las vistas. El salón con tonos crema y cojines verdes tiene vistas al viñedo. Su serenidad invita a la charla o a la reflexión, según el momento. Y la combinación de muebles provenzales y refinados de aire parisino funciona. La mayoría son de anticuarios de l'Îsle-sur-la-Sorgue”.
Tres siglos de historia
La cocina con vistas al túnel de glicinas “está casi como la decoraron los anteriores dueños, la interiorista France Loeb y el renombrado pintor Michel Loeb, que rehabilitaron hace 20 años esta granja de principios del XVIII. France incorporó piedra de la Provenza, barandas y pilares antiguos y subrayó su espíritu romántico.
Nosotros lo hemos continuado, añadiendo nuestro carácter”. Los dormitorios y baños, en el primer piso y en las alas laterales, “reflejan una delicadeza femenina y paz, con colores suaves y muebles refinados. La distribución de la casa la hace acogedora tanto para una pareja como para una familia”. Tienen puertas francesas con salida a patios o balcones con vistas a las montañas del Luberon.
Parte del año Sioned alquila la casa a través de su empresa (boutiqueretreats.com.au). Los huéspedes quizás noten el espíritu del “Bon Dieu”: “Era el apodo de su primer dueño, un ‘buenhombre’ sanador al que acudían los habitantes del pueblo. Sus buenas vibraciones aún perviven en la casa.