Cuando tienes la suerte de poder disfrutar de un jardín privado en tu propia casa.... ¿quién quiere encerrarse dentro? Todo lo contrario. Si hasta apetece pasar las noches bajo las estrellas haciendo vivac. Por eso esta casa se abre hacia el exterior y viceversa, eliminando barreras y buscando fundirse con el jardín. Y lo consigue gracias a un imaginativo juego de colores y espacios abiertos.

Salón, cocina y dormitorio parecen adentrarse en el jardín gracias a su base cromática neutra y a las chispeantes pinceladas en verde agua que les dan vida. La suite, además, aprovecha un saliente en la pared para crear un acogedor rincón de lectura.

El baño nos transmite relajación al instante, y las baldosas verdes que revisten la bañera dan una nota fresca y dinámica a un espacio decorado en blanco.